Cuando estamos fuera y hay que editar un VTR (vídeo/ reportaje) la primera creencia popular que debo desmitificar es la de que lo hagamos de un día para otro. Por lo general es todo lo contrario. La actualidad es caprichosa y no entiende de tiempos de montaje así que casi siempre es una lucha titánica con el tiempo. He llegado a editar reportajes en veinte minutos y, mejor aún, se han emitido. Con ninguno me ganaría un Pulitzer pero el mayor premio es que tu información llegue a tiempo.
Aunque también he llegado a editar reportajes en veinte minutos que, FTP mediante, no se han emitido. O, al menos, no en la edición en la que estaba previsto porque siempre dependemos de la tecnología (portátiles, cascos, cámara, micro…) y, en ocasiones, de internet. Cuando dependemos de las dos cosas a la vez la cobertura es más intrigante porque nunca sabes cuál de ellas te puede fallar. En el caso de que ninguna lo haga (música celestial, por favor) debo desmitificar otra creencia popular. Para enviar el VTR a la redacción central (en mi caso es desde Sevilla a Madrid) no siempre lo hacemos a través de satélites y unidad móvil (esa furgoneta con una paellera encima que quedan muy bien en las escenas de pelis en las que hay que identificar a los periodistas). Desde que existe la tecnología 3G y el FTP (sistema de transmisión de archivos) nos basta con un portátil y un «pincho» USB de cualquier compañía telefónica para hacer el envío. Lo más difícil es encontrar cobertura. Y pensaréis: «pues desplázate a donde la haya». Bien, como decía antes, los minutos a la hora de editar son oro y en muchas ocasiones no hay tiempo de reacción para desplazarnos a otro lugar que no sea en el que hemos grabado y donde está la noticia. Y por lugar entiéndase una inundación, un incendio, un barco o el pueblo más recóndito de la geografía allá por donde Jesucristo perdió las sandalias. (inciso: aunque no venga muy al caso, siempre me ha llamado la atención que exista un foro sobre las cosas que ha perdido Jesucristo. Más información aquí: http://forum.wordreference.com/showthread.php?t=184965&langid=24)
Como iba diciendo, si encuentras cobertura en el lugar donde estás editando ya sólo queda construir la «oficina» de trabajo. También conocida como coche, acera, escalón, puerta de un juzgado o, en el mejor de los casos, bar. No tanto por la cerveza, que al final se suele quedar a la mitad si con suerte la pruebas, sino como por la mesa y la silla. Eso en Sevilla es nivel FLAMA. En este último caso, las anécdotas son variadas. Desde bares donde nos han invitado sólo por ser «de la tele» a bares donde acabas rodeado de gente que yo suelo ver reflejada en la pantalla de la que no levanto cabeza, mirando lo que editas y preguntando: «¿a qué hora sale esto?»
Entre las otras preguntas que suelen hacerme de menor trascendencia en referencia a la edición de vídeos, en mi caso edito con el programa Sony Vegas. Muy intuitivo, admite diversidad de formatos y renderiza rápido. Teniendo en cuenta que, por lo general, los vídeos informativos llevan pocos efectos, pocas pistas de audio y duran poco, responde a las necesidades que tenemos. Quizá programas más completos nos ralentizarían.
También me preguntan mucho por el montador. Debe estar bien, en su casa, tranquilo pero no puedo asegurarlo porque no lo conozco. Hace años que esa figura desapareció prácticamente de los informativos. Al menos de los que yo conozco. En mi caso la labor de editar el reportaje corresponde al redactor/a (oséase yo) y, cuando voy mal de tiempo y quedan otras cosas por hacer (como por ejemplo un directo), mis compañeros operadores de cámara suelen echarme una mano.
Respecto a los rótulos, parte de la pantalla donde aparece el nombre y cargo de la persona entrevistada, en Noticias Cuatro se encarga de insertarlos la redacción central en Madrid para que haya uniformidad. Así que por más que penséis que después de todo esto el vídeo está acabado…PA-RA-NA-DA. Habréis podido comprobar que cómo suelo decir: un reportaje es un gran trabajo en equipo donde todos somos fundamentales. Desde el camarero del bar que te deja ocupar una mesa hasta el compañero de control central que pulsa la tecla para que se emita. En el proceso pueden generarse mil problemas de los que tú, como espectador, ni te vas a percatar pero lo que está claro es que no hay mejor vídeo que el que llega a emitirse.